miércoles, 7 de enero de 2009

Hoy voy a hablar de la Paz. Autor: Dr. Elías D. Galati



La vida tiene dos caras
si le debes dignidad...
una cara es el amor
y la otra es la Paz.

Hoy quiero hablar de la paz, que el espacio se inunde de ondas pacíficas, ya que está saturado de discursos bélicos, de violencia, de enemistad, de antipatía, de odio y rencor.

Hoy quiero hablar de la paz, porque no hay otro motivo ni otra palabra, salvo el amor, que pueda expresarse en estos tiempos que corren, donde el hombre se ha olvidado del hombre, de su dignidad y de su destino.

Hoy quiero hablar de la paz, porque quiero saber si estamos comprometidos con ella, si realmente amamos la paz y la humanidad, y estamos dispuestos a dar todo, incluso nuestra vida por ello.

Hoy quiero hablar de la paz, y ponerla en boca de los líderes mundiales, y que sus palabras resuenen en el orbe entero.

Hoy quiero hablar de la paz, y que sea auténtica y veraz, la tarea de todo hombre, que se precie de tal, que crea que todos son sus hermanos, y crea en el deber.

Hoy quiero hablar de la paz y convocar al Sumo Pontífice, al líder mundial de la Sinagoga y al líder mundial de la comunidad musulmana, a que se reúnan y comparezcan en Gaza, en el lugar de la guerra, a pedir y orar por la paz. Porque no hay mayor amor que dar la vida por el hermano.

Nada se pierde en nuestro universo, a lo sumo se transforma, pero quedan sus huellas y sus ecos.

Y desde tiempo inmemorial hay sones de guerra, que se acumulan, se acrecientan y acicatan a los hombres bélicos y los potencian para iniciar una y otra vez la perversión bélica.

En un comienzo la guerra significaba la reconquista de los terrenos perdidos o la obtención de los derechos ignorados o avasallados.

Luego el hombre concibió la expansión, se creyó con mayor derecho que los otros hombres y los avasalló.

En esa expansión surgieron el imperialismo y la dominación.

El hombre puso distancia, diferencias, categorías y hasta condiciones para que uno u otro se ubicaran en éste o en otro lugar.

Más aún el hombre quiso ponerse a cubierto de cualquier contingencia, y empezó a hacer la guerra por precaución, la guerra intimidatoria, la guerra porque el hermano pensaba distinto y se le hacía intolerable.

Porque supuestamente en algún momento del futuro podría afectar su estabilidad potencialmente con algún arma, alguna idea, o algún derecho que se le ocurriera conservar.

Y la guerra se hizo por la guerra en si misma, y fue un gran negocio, y los imperios aprovecharon ese negocio.

Grandes capitales, innumerables recursos materiales, mano de obra en cantidad, formaron el meollo con que se armó el arsenal bélico.

Y el hombre encontró en cada vuelta de la vida excusas para su expansión, que tal pueblo, o nación tenían ciertas armas que eran peligrosas y temían por la paz de las naciones, y para preservar la paz hicieron la guerra.

Terrible paradoja del hombre.

Antinomia de la razón.

Quiebre de la capacidad.

Tengo miedo que tú uses violencia contra mí, entonces antes de que la uses, yo uso violencia contra ti.

¿Dónde está la violencia?

En el corazón del hombre.

Y no hay otra cura, ni otra solución que el amor. El amor auténtico, total, a todos como hermanos, dándole el lugar que se merecen y procurando que cumplan sus deseos, que sean felices como ellos quieren, no imponiéndoles nuestras propias recetas de felicidad.

En un marco de justicia y dignidad.
En el estricto sentido de los términos, que cada hombre sobre la tierra se sienta digno y perciba que es visto con la dignidad del ser, y que cada hombre sobre la tierra practique la justicia, y sienta la justicia en su corazón, porque así habrá paz, no habrá violencia y la vida cumplirá su ciclo en la tierra, y ya no habrá gajos marchitos, niños y jóvenes arrancados de la vida por la perversión del hombre.

Hoy quiero hablar de la paz, y no hay otro tema que tratar.

Espero sus comentarios y sugerencias en mi página web: www.wolfie.com.ar

1 comentario:

Mimi - Miriam E. Orlando dijo...

Nada más atinado en el momento en que está el mundo.